al fomento del tango y del tresillo, y las únicas intromisiones que tenían en la vida de su patria, consistían en enviar docenas de telegramas destinados a El Rey, absurdo e indiferente, o a los jefes de los gobiernos que fomentaban el caciquismo, que consentían la despoblación ―por hambre― de Galicia y que sellaban, a balazo limpio, las bocas que pedían pan y libertad.[20]
¿Qué demanda nuestra sociedad en el orden educacional? En primer lugar la piqueta. La piqueta que no deje piedra sobre piedra, desde o Ministerio de Instrucción Pública hasta la última escuela rural. La escuela oficial y no oficial, no sólo no cumple una misión formativa de la personalidad del niño, sino que atenta contra esa personalidad, la deforma y envilece, y además conspira contra los designios de nuestra nacionalidad.[37].
La Federación de Sociedades Gallegas es también un exponente de la iniciativa privada frente a la absorción del Estado; es una manifestación del espíritu que impulsó a Giner de los Ríos a crear la Institución Libre de Enseñanza. Nuestra Federación, creando escuelas y estimulando la vida social en todas sus formas posibles, se esfuerza porque la sociedad se sensibilice y recobre el dominio de sí misma y deje de ser la esclava sumisa del Estado.[41]
Namentras alá na Terra, se fai pouco ou nada pol-a Escola galega, os emigrados, con un criterio trabucado, ainda que con boa intenzón, malgastamos esforzos e cartos no sostemento de escolas rexidas e ourentadas nun senso ruinoso para Galicia. As nosas escolas, as que se sosteñen con cartos d'América, non se conforman co-a laboura desgaleguizante das escolas hespañolas, van mais lonxe: desgaleguizan e ourentan os nosos nenos hacia a emigración, e para colmar a medida, chegan a obsecuenza servil, cos países en que residen os sostenedores, que non outra cousa é, a adopción dos textos oficiales de historia xeográfica, etc. d'estes países d'América.[...] A creazón dunha Sociedade Protectora da Escola galega, é pois, de urxente necesidade, non só pol-o concurso económico que poidamos aportar, e pol-o indudabel efecto estimulante que exercerá nos galeguistas da Terra, pr-alental-os en tan importante e impostergable obra, sinón, porque faría posibel a coordinazón de moitas vountades dispersas, para prantear sistemáticamente no seo das sociedades que teñen escolas en Galicia, a necesidade de que se galeguice a ensinanza.[45]
Huyamos de cooperar con el Estado. ¡Presentemos nuestra obra en contraste con la oficial! Nada de hacer edificios para las escuelas del Estado, ni tratar de retocar las fallas de su torpe acción ¡Hagamos centros de cultura privados que respondan eficazmente a nuestros anhelos! Así lograremos tres ventajas: restituir a la sociedad el ejercicio de una función, evitar la entorpecedora intromisión oficial en nuestros centros y confrontar la acción social con la del Estado.[46]
las que sostenían escuelas, salvo raras excepciones, lo hacían sin control y orientación liberal, suministrando una enseñanza confusa y en muchos casos clerical. Por otra parte, víctimas de la prédica y del viejo ambiente, fomentado por el mal periodismo español y alguno del país, se asociaban a cuanto acto patriotero se organizase bajo cualquier pretexto, y rendían culto de fe al rey, considerándolo el ángel salvador de España.[51]
¡Hay que llevar al pueblo gallego un germen de vida ciudadana, que arraigue en la mente y en el corazón de la infancia! ¡Es indispensable orientar a la niñez con métodos prácticos hacia el cultivo científico de la tierra, y encaminarla a una inteligente producción y explotación de la riqueza ganadera! ¡Se impone difundir el cooperativismo como medida de emancipación económica! Y en todo esto, la Escuela Moderna está llamada a desempeñar un papel fundamental al que, hoy por hoy, nuestras escuelas son ajenas casi en absoluto. Mal podemos, pues, sentir cumplidas nuestras aspiraciones.[55]
Sabemos que es menester obrar por medio del ejemplo; que se necesita crear la escuela modelo, la granja modelo, la cooperativa modelo, organizar el municipio modelo. A esto vamos, y ya algo se ha hecho, aunque muy imperfectamente por ahora en lo referente a escuelas. Pero estos ejemplos no bastan por si solos. Se necesita la exposición doctrinaria y la incitación constante, y, sobre todo y más que todo, el apostolado.[56]
Para que la obra a realizarse sea eficaz y dé los resultados deseados, debe ser llevada a cabo por las fuerzas agrarias organizadas de Galicia y las radicadas en América, las que deben identificarse y mancomunar sus esfuerzos para trabajar unidas en pro de un régimen sin privilegios ni fueros de ninguna clase.[59]
He ahí el problema general planteado en términos que no admiten dos soluciones: o los pueblos de Iberia todos a la vez arriman el hombro para arrojar la monarquía y con ella el centralismo, el militarismo, el clericalismo y los caciques, o se resigna a ver que por incomprensión y cobardes, la presente hora quede grabada en la historia nacional y regional como una nueva frustración de nuestros designios.[66]
El labriego emigrará de Galicia mientras la campiña gallega no sea objeto de mayor atención por parte de quien sea capaz de resolver el problema. A tal extremo ha llegado la división de la propiedad y tales los impuestos que pagan, que cada parcela de tierra que el labriego adquiere no es más que un eslabón que agrega a su cadena de esclavo.[72]
Las ventajas del régimen autonómico no estriban en la eliminación del parasitismo burocrático, con ser ello de la más alta importancia; su más halagadora promesa radica precisamente en el nuevo concepto que en oposición al mantenido por el régimen centralista, él trae de la administración local el fijar como finalidad medular de la misma los intereses locales, y darle categoría de fuerza social creadora, en lugar de dejarla reducida al papel subalterno y pasivo de simple instrumento del poder central.[75]
Nuestras escuelas están mal organizadas y peor atendidas, en lo que se refiere a locales, material de enseñanza y maestros. Los niños de las aldeas no adquieren en esos centros de enseñanza ni amor al trabajo y al estudio, ni ese santo cariño a la generosidad de la tierra, y a la sagrada vida del hogar, que recién aprecian después, cuando la realidad de la emigración les hace distinguir entre el valor de los que dejaron allá y lo que encuentran en estos países, donde las aptitudes se someten a dura prueba.[81]
En nuestras aldeas es facilísimo establecer la escuela graduada. Fácil y además económico. Sus bases son la coeducación y el turno único para el alumno y doble para el maestro. La graduación puede ser inmediata. Cada escuela actual podría tener una escuela infantil por la tarde y por la mañana el que le correspondiera dentro del ciclo de la graduada. Un local central para los grados de especialización en cada término municipal. En él, la dirección, los archivos, servicio médico, etc.[83]
de nada sirve mantener la escuela abierta cuando los niños no concurren a ella. Hay que aprovechar aquellas épocas del año que dejan libres los trabajos más intensos de la labranza y de la recolección, durante los cuales el labrador puede prescindir de la cooperación de los menores. (…) Las vacaciones, en un país sometido a condiciones económicas tan duras que se hace imprescindible el trabajo del niño durante la edad escolar, necesariamente han de estar supeditadas, antes que a otra razón alguna, a las posibilidades de una mayor asistencia a la escuela. [84]
Hay que adaptar las vacaciones al medio aunque se resientan los principios de la Pedagogía normal. Hace falta una Pedagogía anormal para esta tierra. Una pedagogía que estudie y prefiera las reglas necesarias para la mejor educación posible de los niños normales en un medio anormal. Y esta Pedagogía es la que necesita Galicia, mientras dure la esclavitud económica.[85]
Este maestro que habla castellano, que debe pensar en castellano, que debe tener una sensibilidad esteparia es el encargado de dirigir la educación de nuestros niños, es el encargado de hacer «insensible» la transición entre el hogar y la escuela. ¡Y para esto se tiene escuelas Normales y se estudia Pedagogía! Y hay maestros gallegos que ven como la cosa más lógica ese salto mortal del hogar gallego a la escuela castellana! ¡Infelices, si saben hacer honor a la más noble de las profesiones que tiene la vergüenza de contarlos entre sus filas! [88]
Los maestros están en lo cierto. La presencia del inspector es absolutamente necesaria en todo tiempo, pero de modo especial en los momentos actuales, en que se impone un cambio fundamental, de forma y de fondo, que tenemos que dar un salto de más de un siglo para poner nuestra escuela rural a tono con las exigencias de la cultura y de la economía, que no se concibe una escuela fuera de estos imperativos categóricos: el niño y su medio. El niño, en sus diversas etapas de formación, concebidas cada una como una necesidad, como un mundo. El medio, no sólo en relación con nuestros sentimientos y sensaciones, por lo que toca a los supremos valores morales y estéticos, sino por su aspecto utilitario.[90]
cheguei diante da escola onde o meu amigo, mestre e poeta Victoriano Taibo, cun punteiro na man ensinaba nun mapa unha lección de xeografía aos seus alunos. A porta da escola estaba aberta; mesmo á súa beira e sentado, cos rapaces facendo roda, ía sinalando os distintos países da Europa. Sin determe, olleino moi ben. El non apartou a ollada do mapa. Non se decatou, non, craro, de min, mais nin de que alguén pasaba por diante da escola. Acordeime — ¡como non ía lembrarme!— da miña propia escola, dos meus rapaces, dun mundo de afáns e degaros que ficaba tan perto e tan lonxe ao mesmo tempo.[100]
O día 9 pola mañá [...] pasei xunto a un calvario, e recordei o mitin que alí estiveramos dando o Paz Andrade, o Bóveda i eu. Máis adiante había una feira en na mesma estrada. Moita xente. Á dereita, un cuartel de falanxistas cos seus vestidos chamativos, os que eu ollaba por pirmera ves. Non repararon en min. Soio un rillote de us nove ou des anos, xa pasado o coartel falanxista, levantou a man cara min e berrou: ¡Arriba España, arriba España! Como eu seguía camiñando sen lle facer caso, il insistía enrabexado. Entón, unha boa muller, con isa actitude de respeto tan propia das nosas mulleres, reprendeu ó rillote: ¡Cala, rapás. Respeta ás persoas de idade ¿No ollas que pode ser teu pai ou teu abó?[103]
En Filgueira déronme unha sardiña en conserva nun negocio e pantrigo nunha casa. Estaba en dúbida de qué camiño debía coller. Ó remate púxenme en marcha pola estrada da Cañiza. Coase ó sair de Filgueira un falangista, mozo novo e moi garrido, outo, corpo de atleta moi ben conformado e cara baril, interrogoume: qué andaba a facer, de ónde era e demais. E dándose por conforme coas miñas respostas, estirou o brazo coa man aberta i ordenoume que fixera e repetira o que il facía e decía: ¡Viva España! ¡Arriba España! ¡Abajo Rusia! Obedecín: estarriquei o brazo e repetín as súas palabras. Despidiume con un «vaya usted con Dios». Eu resposteille: «que lo guarde a usted».[104]
De la escuela campesina y del campo, de esta fuente inagotable de humanidad y de riqueza, es de donde hay que esperarlo todo. Pero no huyendo a las ciudades para extraer desde la comodidad y esterilidad burocráticas los menguados frutos que el campesino desamparado y depauperado arranca a la tierra. Hay que ir al campo con generoso espíritu de cooperación, con el ánimo dispuesto a aceptar cordialmente las solicitaciones del medio. Hay que ir al campo dispuestos a darse, no sólo a recibir sus caricias y sus frutos. Hay que ir al campo, pero despojado de la carroña señoritil que embota la sensibilidad, inhibe la acción y castra la iniciativa. Hay que ir al campo sintiéndose hombres, con corazón para amarlo y con potencialidad genésica para fecundarlo. Y si no vamos al campo, él vendrá a nosotros en inmensa ola burocrática y soldadesca, en avalancha obrera y en masa de parados. Y entonces ya no será necesaria la escuela campesina, al menos por un gran rato.[116]